21 de julio de 2015

Dolly

¿No es preciosa esta colección de libritos de fantasmas? Son pequeños y finos, apenas 150 páginas, ideales para terminarlos de una sentada en una velada de invierno. La cubierta es preciosa, con una evocadora ilustración gótica y tipografía y detalles en relieve. El nombre de Susan Hill es también garantía de una buena historia de fantasmas, pues Hill es muy buena a la hora de recrear el ambiente que piden este tipo de novelas: una casa aislada en medio de una ciénaga, un paisaje envuelto en brumas, una noche de verano azotada por una tormenta y un sonido extraño en el cercano cementerio… Estos libros me tientan por la promesa que encierran sus páginas, pero debo decir que en esta ocasión la historia no ha estado a la altura.

Dos primos de unos 8 años que apenas habían tenido relación antes, Edward y Leonora, llegan en tren a la casa de su tía Krestel, Iyot House, para pasar el verano. Él es un niño callado y conciliador; ella, una niñita insoportable y malcriada. Aunque tienen varios desencuentros, ambos llegan a forjar una especie de entendimiento que sin embargo no puede llegar a calificarse de amistad.

Una noche, la tía Krestel regala a Leonora una muñeca de porcelana, pues sabe lo mucho que la niña anhela tener una. Sin embargo, al abrir la caja y descubrir que la muñeca en cuestión no se parece en nada a la que ella tenía en mente, Leonora la tira contra la pared y rompe la porcelana sin remedio. A partir de ahí, los hechos se desencadenan.

Si bien la novela consigue crear un clima de misterio, la lectura no la logrado engancharme del todo y el final me ha dejado más bien fría. Me ha parecido que la novela no estaba del todo bien hilada: ¿es Leonora realmente diabólica, como da a entender el episodio del reflejo en el agua, o no es más que una niña mimada e insoportable? ¿Por qué la venganza afecta al afable Edward y por qué, sobre todo, son los niños de las últimas páginas de la novela —que no tienen culpa de nada— los que acaban siendo las auténticas víctimas?

En definitiva, me ha parecido un libro que tenía todos los ingredientes para construir una buena historia (la indudable pluma ágil de la autora, un escenario inglés —que tan evocador resulta siempre—, una inquietante muñeca de porcelana como protagonista, unos lloros infantiles en mitad de la noche…). Sin embargo, a medida que avanza la lectura el misterio se va diluyendo y el final decepciona y parece muy traído por los pelos. Quería completar la colección de estos preciosos libritos, pero después de Dolly creo que me lo pensaré la próxima vez que me tope con uno en los estantes de una charity

The Small Hand, otro libro de esta misma colección y autora, lo tengo reseñado aquí.

2 comentarios:

  1. Me encanta el terror, pero este lo voy a dejar pasar, ahora me apetece más el genero Z.

    Feliz semana :)

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    1. Yo con el género Z no he empezado aún (bueno, a menos que contemos Juego de Tronos), pero no sé si acaba de llamarme. Me da la impresión de que se pasa fatal con este tipo de libros. :D

      ¡Feliz semana!

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